Las contracciones de Brigid iniciaron el día más increíble en la vida de Brad. Tras una noche en vela al lado de su mujer, Beth Roasa nació a las 9:40. Cuatro horas más tarde, era el gran héroe del CID, con un +29 en 12 minutos que le dio la victoria a su equipo. Esta es la historia de película de Brad Newley.
acb.com (@danibarranquero)
El ascenso, el debut en la élite. El estreno copero, el primer viaje europeo. El fin de la maldición de cuartos. Y tú, ¿dónde estabas? El domingo 20 de octubre no había un título en juego. Ni saltos de categoría, ni semifinales a la vista ni nada más –ni nada menos- que el objetivo de una victoria liguera en la Jornada 2. Sin embargo, los 4.936 aficionados que asistieron al CID podrán un día lanzar, antes de relatar cual epopeya lo vivido, una pregunta directa:
Y tú… ¿dónde estabas el día de Newley?
Y no hará falta más que esas simples palabras para recordar lo ocurrido, pues no habrá mejor homenaje a Beth Rosa que 4.936 pequeños cuentos que le descubran qué pasó cuando llegó al mundo. Cuando llegaste al mundo. Esta es tu historia.
La historia de Beth Rosa
Qué ganas tenía tu mamá de verte por fin la cara. Todavía no habías nacido y ya lo eras todo paraBrigid. Eso sí, te tengo que reconocer que en las últimas semanas ya acababa muy cansada a poco que hiciese, siempre contigo dentro, cada día un poquito más grande que el anterior.
Ella se lo tomaba con muy buen humor. Un día, poco antes de que nacieses, tu papá encontró hueco en un parking para minusválidos que, faltaría más, también tenía preferencia para embarazadas. “Hay que aprovecharse lo máximo posible de la situación”, comentaba Brad entre risas.
Sin embargo, ese comodín del aparcamiento no le duraría poco más. En la noche del 19 al 20 de octubre de 2013, Brigid empezó a tener contracciones y fue ingresada en el Hospital Materno Infantil de Gran Canaria. Tu padre se medía al siguiente al UCAM Murcia. Al principio pensaron que ya podrías esperado solo unas horitas pero, si lo hubieras hecho… ¿hubiera sido tan especial tu primer día de vida?
Brad no pudo dormir en toda la noche. No se separó de Brigid desde la primera contracción hasta la última. No hubo contratiempos, el parto salió a la perfección y todo lo que vino a partir de él solo lo saben tus padres. Jamás le alegró tanto un llanto como esa mañana de domingo. Jamás se sintieron tan inmensos y tan vivos como cuando te vieron por primera vez la cara. Eran las 9:40 de la mañana, pesabas 3,3 kilos y medías 51 centímetros. Casi nada.
Siempre a la orilla del Atlántico, pero en otro punto de la ciudad, el equipo de tu papá se resignaba a jugar sin él. En el club eran comprensivos y pensaban que Brad, tras una noche en vela, no estaría en condiciones de ayudar demasiado. Aquel día, tu padre era el protagonista de “Marea Amarilla”, la revista oficial del club. Imagina cuántos ejemplares con él en portada sin que el protagonista pudiera recibir el aplauso de un pabellón por haberte tenido. Se lo debían.
Ella también es mujer de baloncesto, una gran jugadora. Tal para cual, decían tus abuelos. Con tanto amor por este deporte, con tanta pasión por el Granca, era inevitable pedir que encendieran la tele para ver el partido. Por primera vez, los tres juntos. Pero desde el CID no llegaban noticias buenas y Ben Hansbrough, uno de los referentes del Herbalife GC, se lesionó en el segundo cuarto y se veía que no podría volver a jugar en el partido.
En ese instante sonó el móvil. En realidad, llevaba toda la mañana haciéndolo para felicitar a tus padres. Esta vez, el motivo era otro… baloncesto. Era Berdi Pérez. Y Brad respondió al instante:“¿Puedo ir?” Una mirada a Brigid, que asentía, feliz tras dar a luz y consciente de que donde no iban bien las cosas no era precisamente en ese hospital. Y otro mensaje a continuación:“Estoy allí en cinco minutos”.
Cuando leas esta carta, pregúntale a ellos lo que quieras. El tiempo que hacía ese día, el resultado final del partido y hasta lo que cenaron el día anterior si tienes curiosidad. Todo, todo lo que quieras saber. Pero nunca le preguntes a tu padre cuánto tardó realmente en recorrer en su propio coche los 4 kilómetros que separaban el hospital del pabellón. No había terminado el descanso y Brad, el descartado, la baja para el partido… ya estaba allí. ¿Quién le iba a decir que cambiaría, minutos después, la historia del propio partido?
Nada más llegar vio a Hansbrough vestido de calle y con muletas. Era su turno. Pero el margen era mínimo. Tenía que calentar en el mismo banquillo, ya con la segunda parte iniciada. Ni ronda de tiro ni un mínimo de tiempo para estudiar al rival. El público se frotaba los ojos. Más cuando, en el peor momento del Herbalife Gran Canaria, tras triple de Davis para poner la máxima para el UCAM Murcia (46-52), Pedro Martínez recurre a él. Con su apuesta y el corazón de Brad, el escenario del encuentro cambió para siempre.
Pareció caerse el CID cuando entró tu papá, a falta de 5:02. Todo el pabellón en pie aplaudiendo y el “sí se puede” como cántico de guerra. Si él había podido saltar a la cancha media hora después de estar en el hospital, ¿por qué no creer en la remontada? Desde el primer balón, en el que salió corriendo como poseído tras un rebote, se vio que su intensidad haría estragos. Su energía contagió a sus compañeros, que protagonizaron, de la mano de Brad, un parcial candidato a ser el mayor de la temporada, un aplastante 24-2 en poco más de 7 minutos que le dio la vuelta al encuentro.
¿Sabes cuando se acabó la racha? Cuando tu padre se fue al banquillo. A los dos minutos y medio, tras un 0-8 en contra y con 75-66 en el marcador, tuvo que volver. Y lo hizo para ganar el encuentro, con un par de tiros libres y un explosivo triple que celebró como si fuese una canasta sobre la bocina. Aunque no, ni siquiera esa fue la foto del partido. Cuando pasen los años, Brad alardeará de los 9 puntos, 3 rebotes, 1 asistencia y 10 de valoración que hizo en solo 12:39.
Y seguro que recordará orgulloso que en ese tiempo hubo un +29 con él en pista: 33-6 cuandoBrad pisaba el parqué y 53-63 en los 28 minutos en los que él no estuvo. Pero tu padre, cuando más feliz pudo sentirse, fue cuando pudo dedicarte a ti, Beth Rosa, la última canasta del partido. De su partido. Oliver le dio un pase de costa a costa cuando el encuentro agonizaba y él no tuvo otra que transformarlo en un mate por aquella nueva compañera de viaje que había empezado a vivir cuatro horas antes. Sus gestos desataron la locura colectiva en el CID y las fotos de ese guiño bien podrían ser tu primer regalo de cumpleaños. No tenías aún ni un día y ya eras la reina del partido, de la jornada y de la mismísima liga. ¿Cómo se puede hacer tanto desde la cuna?
El héroe y la heroína
Brad no podía contener la emoción al terminar el encuentro. Le buscaban sus compañeros, para darle un abrazo y hasta las gracias por ser tan fundamental para la victoria. Le buscaban los rivales, algunos viejos amigos como San Miguel, para darle la enhorabuena. Y le buscaba una afición consciente de haber vivido una segunda parte histórica, más propia de un guion cinematográfico que de un partido de baloncesto.
“Este es mi equipo y amo a este equipo. Estaba viendo el partido por TV y decidí venir. Ha sido una mañana de muchos sentimientos, un día en el que el baloncesto puede parecer una parte pequeña de tu vida, pero realmente este juego es muy importante para mí. Mi hija está bien y no dudé en venir para estar con mi equipo”, confesó en declaraciones a La Provincia. No hubo tiempo para mucho más. Cuando su equipo se centró en elogiar su figura, él ya estaba camino de vuelta. Brigid esperaba orgullosa.
“Ha sido decisivo por la energía que nos ha transmitido, por el esfuerzo con el que ha jugado y por lo que ha contagiado”, reconocía Pedro Martínez en rueda de prensa. Mérito suyo también por ponerle y confiar en un jugador con sus circunstancias en un momento en el que el partido, por las adversidades y el infortunio, quizá requería por momentos de más corazón que condición física.
“Ha llegado para ayudarnos. Vino del hospital casi sin calentar y esos detalles cambiaron el partido. Es un ídolo para la afición, la gente le quiere un montón y tras hablar con su mujer ha venido. Hay que agradecérselo porque no se es padre todos los días y apenas había dormido”, exclamaba emocionado Nacho Martín. También en declaraciones a La Provincia, Eulis Báez asentía: “Cuando llegó se notó. Sentimos como si hubiera llegado el salvador porque necesitábamos un poco más de energía y la encontramos con él”. Ni siquiera en frío las declaraciones son más contenidas, como las de Bellas en EFE este mismo lunes: “Ha hecho el esfuerzo de venir sin apenas dormir. Su entrada fue un punto de inflexión para la afición y para nosotros”.
De noche, ajeno a su gesta, a su heroicidad, Newley sonreía con su bebé en brazos, seguro de haber vivido, como confesó a un medio de su país, “el día más increíble de su vida”.
“Solo unas pocas horas más y estaré en casa contigo”, pareció canturrear mientras recorría veloz la Avenida de Canarias, como en aquella canción de Kiss… “Beth”.
Cuando lo hizo, cuando regresó al lado de las dos mujeres de su vida, el mundo dejó de existir y el teléfono solo serviría para felicitaciones, que no entrevistas. Porque, al fin y al cabo, como exclamaba Brad para pedir algo más de tiempo antes de relatar como vivió su día más intenso,Brigid tiene mucho que decir en todo esto:
“Mi mujer… ella es la verdadera protagonista de esta historia”. La historia de Beth Rosa.
acb.com (@danibarranquero)
El ascenso, el debut en la élite. El estreno copero, el primer viaje europeo. El fin de la maldición de cuartos. Y tú, ¿dónde estabas? El domingo 20 de octubre no había un título en juego. Ni saltos de categoría, ni semifinales a la vista ni nada más –ni nada menos- que el objetivo de una victoria liguera en la Jornada 2. Sin embargo, los 4.936 aficionados que asistieron al CID podrán un día lanzar, antes de relatar cual epopeya lo vivido, una pregunta directa:
Y tú… ¿dónde estabas el día de Newley?
Y no hará falta más que esas simples palabras para recordar lo ocurrido, pues no habrá mejor homenaje a Beth Rosa que 4.936 pequeños cuentos que le descubran qué pasó cuando llegó al mundo. Cuando llegaste al mundo. Esta es tu historia.
La historia de Beth Rosa
Qué ganas tenía tu mamá de verte por fin la cara. Todavía no habías nacido y ya lo eras todo paraBrigid. Eso sí, te tengo que reconocer que en las últimas semanas ya acababa muy cansada a poco que hiciese, siempre contigo dentro, cada día un poquito más grande que el anterior.
Ella se lo tomaba con muy buen humor. Un día, poco antes de que nacieses, tu papá encontró hueco en un parking para minusválidos que, faltaría más, también tenía preferencia para embarazadas. “Hay que aprovecharse lo máximo posible de la situación”, comentaba Brad entre risas.
Sin embargo, ese comodín del aparcamiento no le duraría poco más. En la noche del 19 al 20 de octubre de 2013, Brigid empezó a tener contracciones y fue ingresada en el Hospital Materno Infantil de Gran Canaria. Tu padre se medía al siguiente al UCAM Murcia. Al principio pensaron que ya podrías esperado solo unas horitas pero, si lo hubieras hecho… ¿hubiera sido tan especial tu primer día de vida?
Brad no pudo dormir en toda la noche. No se separó de Brigid desde la primera contracción hasta la última. No hubo contratiempos, el parto salió a la perfección y todo lo que vino a partir de él solo lo saben tus padres. Jamás le alegró tanto un llanto como esa mañana de domingo. Jamás se sintieron tan inmensos y tan vivos como cuando te vieron por primera vez la cara. Eran las 9:40 de la mañana, pesabas 3,3 kilos y medías 51 centímetros. Casi nada.
Siempre a la orilla del Atlántico, pero en otro punto de la ciudad, el equipo de tu papá se resignaba a jugar sin él. En el club eran comprensivos y pensaban que Brad, tras una noche en vela, no estaría en condiciones de ayudar demasiado. Aquel día, tu padre era el protagonista de “Marea Amarilla”, la revista oficial del club. Imagina cuántos ejemplares con él en portada sin que el protagonista pudiera recibir el aplauso de un pabellón por haberte tenido. Se lo debían.
Ella también es mujer de baloncesto, una gran jugadora. Tal para cual, decían tus abuelos. Con tanto amor por este deporte, con tanta pasión por el Granca, era inevitable pedir que encendieran la tele para ver el partido. Por primera vez, los tres juntos. Pero desde el CID no llegaban noticias buenas y Ben Hansbrough, uno de los referentes del Herbalife GC, se lesionó en el segundo cuarto y se veía que no podría volver a jugar en el partido.
En ese instante sonó el móvil. En realidad, llevaba toda la mañana haciéndolo para felicitar a tus padres. Esta vez, el motivo era otro… baloncesto. Era Berdi Pérez. Y Brad respondió al instante:“¿Puedo ir?” Una mirada a Brigid, que asentía, feliz tras dar a luz y consciente de que donde no iban bien las cosas no era precisamente en ese hospital. Y otro mensaje a continuación:“Estoy allí en cinco minutos”.
Cuando leas esta carta, pregúntale a ellos lo que quieras. El tiempo que hacía ese día, el resultado final del partido y hasta lo que cenaron el día anterior si tienes curiosidad. Todo, todo lo que quieras saber. Pero nunca le preguntes a tu padre cuánto tardó realmente en recorrer en su propio coche los 4 kilómetros que separaban el hospital del pabellón. No había terminado el descanso y Brad, el descartado, la baja para el partido… ya estaba allí. ¿Quién le iba a decir que cambiaría, minutos después, la historia del propio partido?
Nada más llegar vio a Hansbrough vestido de calle y con muletas. Era su turno. Pero el margen era mínimo. Tenía que calentar en el mismo banquillo, ya con la segunda parte iniciada. Ni ronda de tiro ni un mínimo de tiempo para estudiar al rival. El público se frotaba los ojos. Más cuando, en el peor momento del Herbalife Gran Canaria, tras triple de Davis para poner la máxima para el UCAM Murcia (46-52), Pedro Martínez recurre a él. Con su apuesta y el corazón de Brad, el escenario del encuentro cambió para siempre.
Pareció caerse el CID cuando entró tu papá, a falta de 5:02. Todo el pabellón en pie aplaudiendo y el “sí se puede” como cántico de guerra. Si él había podido saltar a la cancha media hora después de estar en el hospital, ¿por qué no creer en la remontada? Desde el primer balón, en el que salió corriendo como poseído tras un rebote, se vio que su intensidad haría estragos. Su energía contagió a sus compañeros, que protagonizaron, de la mano de Brad, un parcial candidato a ser el mayor de la temporada, un aplastante 24-2 en poco más de 7 minutos que le dio la vuelta al encuentro.
¿Sabes cuando se acabó la racha? Cuando tu padre se fue al banquillo. A los dos minutos y medio, tras un 0-8 en contra y con 75-66 en el marcador, tuvo que volver. Y lo hizo para ganar el encuentro, con un par de tiros libres y un explosivo triple que celebró como si fuese una canasta sobre la bocina. Aunque no, ni siquiera esa fue la foto del partido. Cuando pasen los años, Brad alardeará de los 9 puntos, 3 rebotes, 1 asistencia y 10 de valoración que hizo en solo 12:39.
Y seguro que recordará orgulloso que en ese tiempo hubo un +29 con él en pista: 33-6 cuandoBrad pisaba el parqué y 53-63 en los 28 minutos en los que él no estuvo. Pero tu padre, cuando más feliz pudo sentirse, fue cuando pudo dedicarte a ti, Beth Rosa, la última canasta del partido. De su partido. Oliver le dio un pase de costa a costa cuando el encuentro agonizaba y él no tuvo otra que transformarlo en un mate por aquella nueva compañera de viaje que había empezado a vivir cuatro horas antes. Sus gestos desataron la locura colectiva en el CID y las fotos de ese guiño bien podrían ser tu primer regalo de cumpleaños. No tenías aún ni un día y ya eras la reina del partido, de la jornada y de la mismísima liga. ¿Cómo se puede hacer tanto desde la cuna?
El héroe y la heroína
Brad no podía contener la emoción al terminar el encuentro. Le buscaban sus compañeros, para darle un abrazo y hasta las gracias por ser tan fundamental para la victoria. Le buscaban los rivales, algunos viejos amigos como San Miguel, para darle la enhorabuena. Y le buscaba una afición consciente de haber vivido una segunda parte histórica, más propia de un guion cinematográfico que de un partido de baloncesto.
“Este es mi equipo y amo a este equipo. Estaba viendo el partido por TV y decidí venir. Ha sido una mañana de muchos sentimientos, un día en el que el baloncesto puede parecer una parte pequeña de tu vida, pero realmente este juego es muy importante para mí. Mi hija está bien y no dudé en venir para estar con mi equipo”, confesó en declaraciones a La Provincia. No hubo tiempo para mucho más. Cuando su equipo se centró en elogiar su figura, él ya estaba camino de vuelta. Brigid esperaba orgullosa.
“Ha sido decisivo por la energía que nos ha transmitido, por el esfuerzo con el que ha jugado y por lo que ha contagiado”, reconocía Pedro Martínez en rueda de prensa. Mérito suyo también por ponerle y confiar en un jugador con sus circunstancias en un momento en el que el partido, por las adversidades y el infortunio, quizá requería por momentos de más corazón que condición física.
“Ha llegado para ayudarnos. Vino del hospital casi sin calentar y esos detalles cambiaron el partido. Es un ídolo para la afición, la gente le quiere un montón y tras hablar con su mujer ha venido. Hay que agradecérselo porque no se es padre todos los días y apenas había dormido”, exclamaba emocionado Nacho Martín. También en declaraciones a La Provincia, Eulis Báez asentía: “Cuando llegó se notó. Sentimos como si hubiera llegado el salvador porque necesitábamos un poco más de energía y la encontramos con él”. Ni siquiera en frío las declaraciones son más contenidas, como las de Bellas en EFE este mismo lunes: “Ha hecho el esfuerzo de venir sin apenas dormir. Su entrada fue un punto de inflexión para la afición y para nosotros”.
De noche, ajeno a su gesta, a su heroicidad, Newley sonreía con su bebé en brazos, seguro de haber vivido, como confesó a un medio de su país, “el día más increíble de su vida”.
“Solo unas pocas horas más y estaré en casa contigo”, pareció canturrear mientras recorría veloz la Avenida de Canarias, como en aquella canción de Kiss… “Beth”.
Cuando lo hizo, cuando regresó al lado de las dos mujeres de su vida, el mundo dejó de existir y el teléfono solo serviría para felicitaciones, que no entrevistas. Porque, al fin y al cabo, como exclamaba Brad para pedir algo más de tiempo antes de relatar como vivió su día más intenso,Brigid tiene mucho que decir en todo esto:
“Mi mujer… ella es la verdadera protagonista de esta historia”. La historia de Beth Rosa.
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