Vida, amor y perdón

Juan 19

Lo laceraron, humillaron, escupieron. Cargó con una cruz, con una espalda saturada de latigazos. Sin embargo no vaciló, no se dejó llevar por los gritos ni las intimidaciones. Lo exprimieron en extremo, y de ÉL salió vida, amor y perdón.



Qué difícil se hace cuando quedamos atrapados en las artimañas de una discusión, pelea o la razón misma. De nuestro interior salen los peores pensamientos, las contestaciones que en frío nos daría verguenza reproducir. Queremos destacarnos sin importar lo que hay a nuestro alrededor, aún delante de niños, nuestro carácter hostil, rencoroso, se deja ver en todo su esplendor.

¡Cuánto debemos aprender de Jesús! Lo primero que uno piensa es que Jesús es el hijo de Dios. Claro, pero también estuvo entre los hombres, jugó como niño, maduró como adolescente, joven, trabajó en una carpintería, tuvo una vida física en la tierra, como dice Juan 1:14: "habitó entre nosotros."

Conoció todas las excusas de los hombres, caminó con ellos, estuvo presente en infinidades de situaciones y aún así de su interior salió Vida, amor y perdón.

En la cruz, colgado, con un cuerpo quebrantado selló la victoria para siempre. Los dos ladrones a su lado discutían hasta que uno de ellos, conmovido por la presencia redentora de Cristo, dijo: "Nosotros merecemos estar aquí pero Éste ningún mal hizo" (Lucas 23:41). Su corazón tuvo los latidos más gratos en medio del dolor. No expresó ninguna oración de salvación, su corazón había sido transformado en ese momento. "Acuérdate de mi cuando vengas en tu reino" (Lucas 23:42). Esa oración sencilla reflejó la conversión inmediata de ese hombre. La respuesta fue: "De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23:43).

Una vez más de Él salió Vida, Amor y Perdón.

¿Qué hay en nuestro interior? ¿Qué sale de nuestro corazón? ¿Cómo está nuestro corazón?


Comentarios

  1. Totalmente cierto algunas veces abrimos la boca sin siquiera poder pensar, saliendo basura que luego nos arrepentimos. Como el cuento del clavo. Cuando uno insulta dice cosas con ira y luego pide disculpas la marca del odio queda en el corazón del otro como clavo en la puerta, por más que saquemos el clavo pidiendo perdón, la marca queda. Aprendamos del El que es nuestro maestro.

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  2. Cuanta verdad...transitamos tiempos de cambios en la humanidad donde nada podra seguir el mismo cause...cuanto debemos aprender de la misericordia de jesus.

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